lunes, 5 de septiembre de 2011

ENTREVISTA EN LA NUEVA ESPAÑA EL 4 DE SEPTIEMBRE DE 2011

Barrer para casa
José Enrique Carrero-Blanco

«De mi abuelo destacaba su austeridad, nunca se aprovechó de la política»

04:32



«El terrorismo es un negocio, antes de obligar  a ETA a rendirse hay que agotarla en lo económico»  «De mi abuelo destacaba su austeridad, nunca se aprovechó de la política»
«El terrorismo es un negocio, antes de obligar a ETA a rendirse hay que agotarla en lo económico» «De mi abuelo destacaba su austeridad, nunca se aprovechó de la política»
P. GALLEGO José Enrique Carrero-Blanco Martínez-Hombre nació «por orden ministerial», como afirma que su madre dice, en Cartagena (Murcia) el 9 de junio de 1981. Su padre estaba destinado allí, y en esa ciudad vivió hasta los 13 años, cuando sus padres decidieron tomar caminos separados. Desde entonces, su casa está en Asturias. Primero en Oviedo, de donde es su madre y donde «por vocación» estudió Derecho. Ahora vive y trabaja como abogado en Infiesto, tras defender la candidatura de Francisco Álvarez-Cascos y abandonar sus cargos en las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Pero sigue afiliado al PP, en Piloña. Las cosas, dice, hay que cambiarlas «desde dentro». Quizá en ello influyó la herencia de su bisabuelo materno, Nicolás Martínez Agosti, registrador de la propiedad que llegó a ser alcalde de Infiesto en 1893, y cuya figura está empeñado en recuperar. A su abuelo paterno, Luis Carrero Blanco, hombre de confianza de Franco y presidente del Gobierno durante los seis últimos meses en 1973, tampoco llegó a conocerle. El 20 de diciembre de ese año, ocho antes de que su nieto asturiano naciese, ETA hizo explotar 100 kilos de Goma-2 al paso de su coche y le asesinó. La explosión fue tan violenta que el vehículo voló por los aires y cayó en la azotea de un edificio anexo a la iglesia de la que acababa de salir terminada la misa.

-¿Cree que el fin de ETA está cerca?

-Me gustaría creerlo, pero el terrorismo es un negocio, como la mafia. La única forma de que ETA desaparezca es agotarla a nivel económico, y después obligarla a rendirse. Guste o no, es un negocio. Los terroristas, como los capos, viven de ello, aunque esté encubierto con ideología. Entre otras cosas, controlan el tráfico de droga en el País Vasco.

-Hasta ahora la Constitución parecía intocable. ¿Qué ha cambiado para que el PSOE y el PP hayan acordado su reforma tan rápido?

-Es de sentido común no gastar más de lo que se tiene, y es fundamental pagar primero al que te ha prestado dinero. Sin confianza de los mercados el grifo se cierra, y en España ha habido un parón. La gente está alarmada, así que la reforma no me parece mal. Si hubiese referéndum votaría a favor.

-¿Cree que, ya puestos, las modificaciones deberían extenderse a otros artículos?

-Sí. La reforma podría aprovecharse para exigir que las leyes orgánicas no requiriesen sólo una mayoría absoluta en el Congreso. Así se obligaría a un entendimiento entre el PSOE y el PP en asuntos como la Educación o el Código Penal. También para determinar, por ejemplo, las competencias del Senado. Los asuntos que son exclusivamente territoriales deberían tener el visto bueno de esa Cámara.

-Difícil papeleta para el próximo presidente del Gobierno.

-Es que la disolución anticipada de las Cortes, y esto lo he comentado con gente cercana al PSOE, creo que ha sido premeditada. Así será Rajoy quien tenga que tomar las medidas duras, y los socialistas podrán criticarlas.

-Un anticipo lo ha dado la presidenta de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal.

-La Administración se ha pasado en el gasto, así que hay que cerrar el grifo. Medidas como prohibir fumar en los bares han sido un flaco favor a los comercios y han contribuido a un descenso en el consumo. Eso, en una época de crisis económica, no se puede ni plantear.

-¿Cree que Rajoy lo va a tener tan fácil para ganar, incluso para conseguir mayoría absoluta, como mucha gente dice?

-Eso parece, pero darlo ya por ganado puede ser un gran error. Es lo que pasó en 2004, y no se gana hasta que no se ha depositado el último voto. En el PP, salvo en Asturias, hay un clima exultante, porque ven que han arrasado, pero hace falta prudencia.

-¿En qué sentido?

-Parte de sus mayorías en las elecciones autonómicas se debe al castigo que los votantes han dado a quienes estaban antes en el Gobierno. Les han prestado un voto que, en otras circunstancias, quizá no sería suyo.

-¿Cree que el anuncio de Foro Asturias de presentar candidatura en las generales también por Madrid es un «ajuste de cuentas» con Rajoy, como dice el PSOE?

-Yo creo que responde a la idea de conseguir un grupo parlamentario propio en el Congreso. Nadie se puede creer que era posible lograrlo sólo con los votos de Asturias. Pero en Madrid conseguir 182.000 votos -cifra necesaria, según los cálculos, para lograr un diputado por esa circunscripción- es mucho. Más que los votos que obtuvo aquí. Los asturianos que viven en Madrid pueden hacer algo, pero no todo, y no veo a los madrileños votando a un partido basado en Asturias.

-¿Conseguir el grupo parlamentario despejaría dudas sobre la continuidad de Foro Asturias más allá de esta legislatura?

-Si Cascos gestiona Asturias decentemente bien y continúa como presidente del Principado en la próxima legislatura, sí que puede ser la consolidación de Foro. Las otras opciones son que Cascos haya buscado el poder para, antes o después, volver al PP con toda su tropa y el mando en plaza, o que Mariano Rajoy haga con Foro como con Unión del Pueblo Navarro (UPN).

-¿Cree que es posible llegar a un pacto de gobierno entre Foro y el PP?

-Dependerá de lo que pase en las generales.

-¿Se imagina a Rajoy preocupado?

-Me da la sensación de que piensa obtener una mayoría absoluta tan holgada que lo que pase en Asturias...

-¿Seguirá dejando hacer?

-Es que Rajoy es muy gallego. Dejó hacer el año pasado y mire el Cristo que se montó.

-¿En qué situación ha quedado el PP de Asturias tras la debacle del 22 de mayo?

-En una muy mala. Hay gente en el partido que duda de que Isabel Pérez-Espinosa vaya a aguantar como portavoz. El día después de las elecciones tenía que haber habido dimisiones en cadena en el PP. La primera, Pilar Fernández Pardo. Fue vergonzoso que saliese diciendo que el «centro-derecha» había desbancado a la izquierda, cuando ella había perdido siete concejales. Por lo menos podía haber puesto la cara de disgusto de Isabel. Otro que se tenía que haber ido es Joaquín Aréstegui. Lleva perdiendo elecciones una tras otra como presidente en Avilés, porque nunca se atrevió a presentarse como candidato. Es así.

-¿Echa de menos más autocrítica?

-No hay autocrítica porque pesa el cargo, y la mejor forma de demostrar la honestidad es ser limpio, no vale decir que tienes los bolsillos de cristal si no los enseñas. Si la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, opera y dona el dinero, ¿qué malo hay en pedir permiso al Consistorio y decirlo? No se puede tener fe ciega en los políticos. Pasa como con las declaraciones de bienes del Gobierno. Hemos llegado a unos extremos de demagogia en los que tenemos que creer que son verdad porque ellos lo dicen. Mire, o me enseña copias de las escrituras y extractos de la cuentas o no sirve de nada.

-¿Los políticos aún no han aprendido a dar la cara a las duras?

-No parece. A las maduras se apuntan a un bombardeo, pero cuando vienen mal dadas muchos no tienen un mínimo de honestidad. En noviembre del año pasado dije que Cascos era el mejor candidato y me cesaron, aunque ellos digan que fue por no cumplir con mis funciones. No fue porque Cascos me gustase más, ni porque sea «casquista», pero era el que me parecía que tenía más tirón electoral, y se ha demostrado.

-¿Cree que el movimiento del 15-M y los «indignados» influirán en el compromiso de los políticos tras las generales?

-Hay motivos de sobra para estar indignados, los políticos se lo han ganado a pulso, pero veo problemas en quién controla ese movimiento. El 15-M era una representación bastante fiel de la sociedad, digamos que había de todo. Hoy se asocia a cierta ideología. Me pregunto por qué no se han atrevido a montar un partido político.

-Dicen que no creen en ellos.

-Yo tampoco estoy de acuerdo con todo lo que ocurre en el PP, y soy de los que piden que haya una renovación, pero las cosas hay que cambiarlas desde dentro. Intentarlo desde fuera es una utopía. Ya no ocupo cargos, pero sigo en el partido.

-¿Ser descendiente de Luis Carrero Blanco le hace sentirse heredero de un cierto legado o de una cierta forma de hacer las cosas?

-Ser descendiente de quien soy, por ambas ramas, implica no meterte en líos y tener mucha prudencia. Cualquier cosa puede manchar a la familia. Si eres un Pérez Rodríguez, por ejemplo, nadie te dice nada, pero si yo hago una gamberrada, el que es sectario pensará «¿cómo no lo va a hacer?». Implica una cierta responsabilidad.

-¿Ha podido leer la entrada relativa a su abuelo en el Diccionario Biográfico Español de la Academia de la Historia?

-No, no he tenido oportunidad.

-¿Qué le parece la polémica que rodea a la obra?

-No debería hacerse política sobre la historia. Yo puedo polemizar sobre decisiones políticas, pero la historia debería moverse en términos académicos. No se puede aplicar la vertiente política a todo. Lo que hay que exigir es que diga la verdad, nada más.

-Quienes la critican dicen que no es objetiva y piden que se rectifique.

-Si un comentario piensan que no está bien, luego vendrá otro historiador que lo refutará. La democracia también consiste en opinar libremente, no en machacar.

-Usted no llegó a conocer a su abuelo. ¿Qué historias le llegaron sobre él? ¿Qué recuerdos le contaron?

-Me han contado muchas anécdotas. Cómo mi abuelo, por ejemplo, cuando uno de sus hijos no quería comerse las lentejas, se las ponía de cena o de desayuno hasta que las comía. Gente de fuera de la familia siempre ha destacado su austeridad. No cambiaba de lápiz mientras diera para escribir. Para evitar polémicas compraba bonos del Estado, para que nadie pudiese decir que si compraba acciones de una determinada empresa lo había hecho por interés. Y nunca se aprovechó de la política, no se lucró. A lo largo de su vida política en Madrid, incluso como presidente del Gobierno, vivió en dos casas de alquiler, como cualquier hijo de vecino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Utilizando el término "gallego" al estilo de Rosa Díez o de Cecilio Yusta?

José Enrique Carrero-Blanco Martínez-Hombre dijo...

Por si no lo sabes, tengo sangre gallega. El apellido Carrero viene de Galicia, mi bisabuelo Camilo Carrero Gutiérrez era gallego, su padre era gallego y sus abuelos lo eran.