sábado, 18 de mayo de 2013

LA HONESTIDAD Y LOS PRINCIPIOS EN LA POLITICA, UN OBJETIVO NECESARIO

Hace unos meses compré, a buen precio, la colección completa de El Ala Oeste de la Casa Blanca, en versión original West Wing, en la que se cuentan las andanzas, aventuras y desventuras, de los miembros que trabajan en el Ala Oeste, desde el propio Josiah Bartlet, como Presidente de los EEUU, encarnado por Martin Sheen, hasta Donna Moss, la Asistente del Josh Lyman, Ayudante del Jefe de Gabinete, Leo McGarry. Una serie entretenida, con buenos golpes y con momentos que te hacen reflexionar sobre la realidad de la clase política, sobre la que ya comenté pasajes de algunos capítulos.

Pues bien, hoy finalicé la sexta temporada, con el visionado del capítulo 2162 votos, en el que Matthew Santos, es nominado como candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos. Creo que la sexta temporada, aunque algunos afirman que la serie perdió calidad a partir de la quinta, cuando Aaron Sorkin dejó la serie, pero sinceramente, he de valorar positivamente las dos últimas por el perfil que le han dado a los candidatos a la Presidencia de los EEUU de los dos partidos, el Republicano y el Demócrata, bien es cierto que es poco creíble, aunque, creo que John Wells creó los personajes interpretados por Alan Alda y Jimmy Smits, Vinick y Santos, para intentar cambiar la manera de hacer política en los EEUU basada en la honestidad de sus políticos.

El primero en entrar en acción fue Matt Santos, un congresista demócrata, que fue Alcalde de Huston, y que decidió dejar la política porque no era capaz de aportar nada más al país, viendo que su plan sanitario era, una y otra vez, saboteado en la Cámara de Representantes, y al que, un Josh Lyman -deseoso por pensar en quién sucedería al Presidente Bartlet, al que su enfermedad, la esclerosis múltiple, agravada por el ritmo estresante del cargo que desempeña, le llegó a sufrir temporalmente parálisis en brazos y piernas cuando realizaba un viaje de Estado a China- vio en el político texano un digno sucesor y al que decide apoyar, dejando su cargo en la Casa Blanca. Santos demuestra ser un candidato de carácter y de principios, que quiere centrarse en hablar de temas que cree importantes para la sociedad, incluso suponiendo, con su plan educativo, ir contra el poderoso sindicato de profesores, aliado tradicional de su partido, y con el que todos los cargos demócratas, se han visto obligado a apoyar; negándose a jugar sucio en las primarias demócratas, pese a que él estaba sufriéndolas de sus rivales, por mucho que su jefe de campaña, Lyman, perro viejo en el mundo de la política le intentaba convencer, aunque con buena intención, de que era necesario hacerlo si quería llegar al cargo; ni tampoco, como se puede ver en el último capítulo de la sexta temporada, a aceptar la táctica de ofrecer lo que querían escuchar los delegados de la Convención Demócrata, para así lograr su apoyo. Tampoco aceptó las presiones de la Casa Blanca para que, con el fin de paralizar el espectáculo que se estaba dando en la Convención, en la que no eran capaces de lograr que uno tuviese los 2162 votos necesarios para la nominación, a fin de que el partido no se viera dañado públicamente, frente a un Partido Republicano que ya tenía hace tiempo a su candidato, para que se retirara de la carrera. Aún así, aprovechando una intervención, por él pedida, ante todos los delegados, dijo que, aunque le habían presionado para insistía en que el partido les pertenecía a ellos. En fin, otra muestra de su carácter y de honestidad, en la que prefería perder que retirarse, ser candidato a Vicepresidente del actual Vicepresidente, Bob Russell, al que no ven capaz de ganar a Vinick, y con la promesa de ser nominado para las siguientes elecciones.

Con un perfil similar, es el del personaje interpretado por Alan Alda, el candidato a la Presidencia de los EEUU por el partido del elefante, Arnold Vinick, que tuvo el valor de defender, en las primarias republicanas, sus principios en Ohio en lugar de defender las subvenciones al etanol, contra la opinión de sus asesores que le insistían, y que tenían preparado un discurso en defensa de este combustible. Posteriormente, cuando fue nominado como candidato republicano, frente a que le aconsejaron hacer un guiño, con el fin de atraerse al electorado más conservador, a uno de sus compañeros de partido, rival en las primarias, y pastor de una iglesia, de ir allí a rezar, dijo ante los medios públicos que por respeto a él no iba a ir a su iglesia para hacer política y pedía a los votantes que no pidan hacer cosas a los políticos cosas en las que no creen, ya que lo conseguirán es que les acaben engañando.

Pues este tipo de comportamientos sería exigible, no sólo a los políticos de los EEUU, sino a los de nuestro país, y para ello debemos exigir a nuestros políticos que nos digan siempre la verdad, no lo que queremos oir. Yo no quiero políticos que vayan haciendo ruta y prometiendo lo que cada uno quiere oir. Yo quiero políticos que tengan principios y que sean capaces de defenderlos, con argumentos, ante cualquier concurrencia. Ya está bien de prometer mantener el mismo estado de las cosas aunque eso sea perjudicial para el país; ya está bien de discursos basados en lo políticamente correcto. En mi opinión, regalar a los oídos a los votantes con promesas para lograr su voto a cualquier costa es faltarles al respeto y una indignidad personal. Aunque el votante que aplauda ese comportamiento no queda tampoco en buen lugar. Me pregunto, por ejemplo, ¿votarían a alguien que dijera, por ejemplo, que lo mejor para Asturias es cerrar la minería y destinar los recursos que quedarían liberados a crear una industria del Siglo XXI? En algún lugar leí que si alguien te engaña una vez, la culpa es de esa persona, si te vuelve a engañar otra vez, la culpa es tuya. Ahí lo dejo.

Por eso, porque creo firmemente en lo que he dicho, y ante continuas peticiones que estoy recibiendo de gente de donde vivo para presentarme en las próximas elecciones, y como, no sé si me ha influido vivir en un ambiente castrense o han sido mis creencias cristianas, por el sentido de servicio que tengo, aceptaré meterme en política pero no a cualquier costa, ni en partidos, ni formaciones políticas cuyas ideas sean completamente distintas a las mías. Tampoco aceptaré ir en ninguna lista con un programa electoral cuyo único objetivo sea conseguir votos orquestando un engaño masivo, ni recurrir al voto del miedo, al voto útil ni a otras artimañas. A este respecto, yo prefiero llevar sólo un punto, pero que ese único punto se vaya a cumplir, que cien puntos y no cumplir ninguno. El objetivo no será ocupar el poder con engaños por muy buenas intenciones que se tengan. Dicho esto, el que quiera contar conmigo ya sabe a lo que atenerse. Si no, me quedo en casa.


Twitter: @josecarrerob

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues suerte, vista y al toro. Ojala llegues a algo en politica y des un buen ejemplo. En un mar proceloso y lleno de cantos de sirena. Puede marcar tu vida y la de otros muchos. En fin, lo sabes por observador y por familia.
Rezare por ti.

José Enrique Carrero-Blanco Martínez-Hombre dijo...

No creo que llegue a nada en política a la vista de las condiciones que pongo. Aunque muchas gracias por tus palabras.

Geppetto dijo...

LA HONESTIDAD Y LOS PRINCIPIOS EN LA POLITICA, UN OBJETIVO NECESARIO


Necesario e inalcanzable
Encontrar un politico honrado y con principios en el plantel de nabos que es la politica nacional es sencillamente imposible.
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/