Como todos sabéis ayer el Parlamento catalán aprobó prohibir las corridas de toros en Cataluña, gracias a una Iniciativa Legislativa Popular presentada por los antitaurinos. Para empezar, como ya hiciera en el artículo en el artículo del 15 de septiembre de 2008, voy a volver a manifestar que no me gustan las corridas de toros, nunca me gustaron, y nunca me educaron para ello. Así que vaya por delante que no me importaría nada que un día dejase de haber corridas en España, pero, dicho esto, quisiera dar unos cuantos tirones de orejas.
El primero de ellos es a los propios antitaurinos que se empeñan en equiparar a los toros a nuestra especie, concediendo derechos que no pueden ejercer porque al ser animales que no tienen pensamiento no tienen libertad para ejercitarlos, actuando sólo conforme a su instinto. También consideran el espectáculo como cruel, puede ser que lo sea, pero, desde luego, no se puede equiparar a la que existe en el mundo salvaje, en el que se puede ver, por ejemplo, a leones matando a cachorros para poder aparearse con su madre; a carnívoros cazando al más débil, y si en el uno contra uno el cazador tiene las de perder trae compañía para que la caza sea un éxito; todo esto sin contar con que si no les hace falta matar a la presa para comérselo, no tienen reparos en devorarlo vivo.
Es verdad que la comparación es odiosa, porque lo primero es un entretenimiento organizado por animales racionales y lo segundo es el instinto de supervivencia de los carnívoros, que si no matan no viven. Pero no cabe duda que es debido a otra crueldad asentada a lo largo de los siglos como es tener animales domesticados, a los que privamos de su condición natural de vivir en libertad para seguir los dictados de sus instintos, en los que los más fuertes son los que procrean perfeccionando la especie.
En cuanto a los toros de lidia tienes características físicas y temperamentales más propias de los bóvidos salvajes, y con las corridas, en los que los toros más bravos son indultados y recompensados con la posibilidad de aparearse con las vacas que quieran, consiguiendo, de esta manera, perpetuar el código genético de un animal fuerte. También he escuchado que drogan a los toros para las corridas, pero de ser así no lo deben hacer muy bien porque los hay que llegan a herir mortalmente a los toreros, y, los que no llega a estos extremos, acaban con frecuencia en el hospital como José Tomás.
Otras de las crueldades que nunca se mencionan por parte de los partidarios de los derechos de los animales, es la castración de los animales de compañía a los solos efectos de que la convivencia con los humanos sea más cómoda.
Por último, me parece una profunda hipocresía que este colectivo que con tanto denuedo defienden los derechos de los animales, no hagan lo mismo con los derechos de los concebidos no nacidos. ¿Cómo se come esta disparidad de criterios? ¿Cómo se puede defender que los animales no sufran torturas y no digan nada con respecto al aborto, que a fin de cuentas es la muerte de un ser humano vivo indefenso, que intenta infructuosamente escapar del instrumental médico que pretende acabar con su vida? Pues la respuesta es fácil, los movimientos pro derechos de los animales es una justificación para seguir haciendo caja con subvenciones de todo tipo. Si estoy equivocado que se movilicen con la misma fuerza por los derechos del feto, que son de nuestra misma especie.
El segundo tirón de orejas se lo lleva el Partido Socialista que permitió la libertad de voto en este tema cuando no hizo lo mismo en el tema del aborto. Me podrían decir que fue una decisión del PSC y no del PSOE, pero dentro del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso están los diputados de aquel partido, y no dijeron nada al respecto.
El último tirón de orejas le corresponde a los políticos nacionalistas catalanes que votaron a favor de la prohibición, que no lo hicieron por evitar espectáculos crueles, que, de ser así, habrían hecho lo mismo con los correbous. Su motivación principal es prohibir lo que ellos consideran una fiesta española, pero no porque estén en contra de España, porque les trae al pairo España, Catauña y la cultura catalana, sino por la sencilla razón de que quieren buscar cualquier cosa que les garantice seguir otros cuatro años más en el poder.
Artículo relacionado:
LA POLEMICA SOBRE LA PROHIBICION DE LAS CORRIDAS EN CATALUÑA
El primero de ellos es a los propios antitaurinos que se empeñan en equiparar a los toros a nuestra especie, concediendo derechos que no pueden ejercer porque al ser animales que no tienen pensamiento no tienen libertad para ejercitarlos, actuando sólo conforme a su instinto. También consideran el espectáculo como cruel, puede ser que lo sea, pero, desde luego, no se puede equiparar a la que existe en el mundo salvaje, en el que se puede ver, por ejemplo, a leones matando a cachorros para poder aparearse con su madre; a carnívoros cazando al más débil, y si en el uno contra uno el cazador tiene las de perder trae compañía para que la caza sea un éxito; todo esto sin contar con que si no les hace falta matar a la presa para comérselo, no tienen reparos en devorarlo vivo.
Es verdad que la comparación es odiosa, porque lo primero es un entretenimiento organizado por animales racionales y lo segundo es el instinto de supervivencia de los carnívoros, que si no matan no viven. Pero no cabe duda que es debido a otra crueldad asentada a lo largo de los siglos como es tener animales domesticados, a los que privamos de su condición natural de vivir en libertad para seguir los dictados de sus instintos, en los que los más fuertes son los que procrean perfeccionando la especie.
En cuanto a los toros de lidia tienes características físicas y temperamentales más propias de los bóvidos salvajes, y con las corridas, en los que los toros más bravos son indultados y recompensados con la posibilidad de aparearse con las vacas que quieran, consiguiendo, de esta manera, perpetuar el código genético de un animal fuerte. También he escuchado que drogan a los toros para las corridas, pero de ser así no lo deben hacer muy bien porque los hay que llegan a herir mortalmente a los toreros, y, los que no llega a estos extremos, acaban con frecuencia en el hospital como José Tomás.
Otras de las crueldades que nunca se mencionan por parte de los partidarios de los derechos de los animales, es la castración de los animales de compañía a los solos efectos de que la convivencia con los humanos sea más cómoda.
Por último, me parece una profunda hipocresía que este colectivo que con tanto denuedo defienden los derechos de los animales, no hagan lo mismo con los derechos de los concebidos no nacidos. ¿Cómo se come esta disparidad de criterios? ¿Cómo se puede defender que los animales no sufran torturas y no digan nada con respecto al aborto, que a fin de cuentas es la muerte de un ser humano vivo indefenso, que intenta infructuosamente escapar del instrumental médico que pretende acabar con su vida? Pues la respuesta es fácil, los movimientos pro derechos de los animales es una justificación para seguir haciendo caja con subvenciones de todo tipo. Si estoy equivocado que se movilicen con la misma fuerza por los derechos del feto, que son de nuestra misma especie.
El segundo tirón de orejas se lo lleva el Partido Socialista que permitió la libertad de voto en este tema cuando no hizo lo mismo en el tema del aborto. Me podrían decir que fue una decisión del PSC y no del PSOE, pero dentro del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso están los diputados de aquel partido, y no dijeron nada al respecto.
El último tirón de orejas le corresponde a los políticos nacionalistas catalanes que votaron a favor de la prohibición, que no lo hicieron por evitar espectáculos crueles, que, de ser así, habrían hecho lo mismo con los correbous. Su motivación principal es prohibir lo que ellos consideran una fiesta española, pero no porque estén en contra de España, porque les trae al pairo España, Catauña y la cultura catalana, sino por la sencilla razón de que quieren buscar cualquier cosa que les garantice seguir otros cuatro años más en el poder.
Artículo relacionado:
LA POLEMICA SOBRE LA PROHIBICION DE LAS CORRIDAS EN CATALUÑA