Es un ejercicio de honestidad, quien no
viéndose capacitado para desarrollar su trabajo decide renunciar a
seguir en el puesto que desempeña. Esto es así por dos sencillos
motivos, el primero, de carácter exógeno, por no perjudicar a las
personas que dependen del resultado de tu trabajo; el segundo, de
carácter endógeno, que sería actuar conforme a lo que te dicta la
conciencia. Pues esto que acabo de exponer, en política con más
motivo. Porque, la inoperancia de quien gobierna, perjudica, no a un
reducido número de personas, sino a todos los ciudadanos que
dependen de su gestión. Un responsable político tiene que anteponer
el interés general al de sus votantes, partido o el suyo propio. Y
si su actuación es manifiesta y objetivamente perjudicial para el
interés general, huelga decir que lo responsable y ético es
abandonar, aunque con ello pueda defraudar las expectativas de quien
le haya podido votar. De todas maneras, no creo que ninguno de sus
votantes pueda sentirse decepcionado por dejar el cargo a mitad de
mandato si con ello, le sustituye una persona que puede hacerlo
mejor. Es más creo que valorarían el gesto de manera positiva, sin
lugar a dudas, porque supone un acto de humildad, de reconocimiento
de sus limitaciones.
En mi opinión, prefiero que un
político dimita porque se ve desbordado por los acontecimientos que
abandonar el barco por mejorar en su carrera, porque eso sí sería
dejar tirados a los que te votaron, como así han hecho políticos,
entre otros, como Gallardón y Esther Díaz.
Ya sé que Carmen Barrera afirma que no
dimite por no defraudar a los que la han votado en los comicios de
2011, pero creo que si hablase uno por uno con cada uno de los que la
eligieron, no verían con malos ojos su dimisión, si su sustituto
logra arrancar el motor del Ayuntamiento, llegando a acuerdos con, al
menos, uno de los tres grupos de la oposición. Porque el problema de
la Alcaldesa, y se lo he dicho en multitud de ocasiones, no es que no
sea capaz de llegar a acuerdos con nadie, sino que ni lo intenta.
Sólo se limita a traer asuntos a los Plenos y decir esto es lo que
hay y me lo tenéis que aprobar.
Último ejemplo de lo que afirmo
sucedió el pasado 30 de mayo, en el Pleno ordinario, en el que
incluyó, en el orden del día, un punto importantísimo, la
aprobación de los Presupuestos Generales del Concejo para 2013. Un
punto que, cualquier dirigente político responsable, con los pies en
la tierra, habría negociado con otras fuerzas para intentar llegar a
un acuerdo y que lograr aprobar unos presupuestos, desde luego,
necesarios. Si lo hubiera intentado, y, por la actitud de la
oposición, no se hubieran aprobado, yo, desde luego, la apoyaría.
Pero, honestamente, no puedo aplaudir que pretenda, sin previa
negociación, que le aprueben unos presupuestos porque ella lo dice.
Así que si ella no se ve capacitada para sentarse a negociar con
nadie, lo mejor que podría hacer en beneficio del concejo es
dimitir.
De todas maneras, ya que, cuando se
habla con ella, te insiste en que a ella no le compensa seguir en el
cargo, me pregunto, ¿por qué no ha presentado una cuestión de
confianza aparejada a la aprobación de los presupuestos o las
ordenanzas fiscales como permite el art. 197 bis de la Ley Orgánica
del Régimen Electoral General? Si la oposición no es capaz de
presentar un candidato alternativo, los presupuestos o las ordenanzas
fiscales se habrían aprobado. Ella lo sabe. La cuestión es ¿Por
qué no lo hace?
Por otra parte, con respecto a los
presupuestos, no entiendo por qué han afirmado desde el equipo de
gobierno que son los únicos que se podían aprobar, y, en cambio, no
han planteado ninguna de las subidas de tasas que proponían el año
pasado. No es coherente afirmar en 2012 que, en cumplimiento del plan
de ajuste que ellos aprobaron, era necesario subir el 50% las tasas y
otro tanto el año siguiente, y así lo intentaron en varias
ocasiones, incluso con un pleno extraordinario monotemático, y ahora
ni siquiera intentan la subida del IPC que le ofreció la portavoz
del PP, Teresa González Torrado, para negociar en los presupuestos.
Y a buen seguro que si fuesen
escrupulosos a la hora de gastar cada céntimo que el Ayuntamiento
ingresa, se podrían ahorrar mucho en la partida de gastos
corrientes, que es más de un 30% de lo que han presupuestado para
gastos, por ejemplo, ya que hay una liberación que no se ha asignado
a nadie desde la dimisión de Andrés Rojo, y dado que se ha
demostrado que no era necesaria, bien podría amortizarse esa
liberación y destinar su importe a otros conceptos más necesarios;
otros gastos en los que se podría ahorrar es en el mantenimiento del
ascensor, que, según me consta, supondría un ahorro de entre un
40-60%; también se podría ahorrar en servicios de telefonía o en
el mismo servicio de recogidas de basuras. Pero, si no se sabe
negociar, siempre acaban las empresas por aprovecharse de tal
coyuntura para mejorar sus márgenes de beneficio. Si en esa
negociación no entra en juego otros presupuestos, por ejemplo,
siempre van a decir que es imposible bajar el precio, pero cuando se
le expone que hay otra empresa que ofrece mejores condiciones, seguro
que hacen un esfuerzo para mejorar la oferta anterior.
Dicho lo antecedente, rogaría a la
Alcaldesa que elija una de estas opciones: la primera, que aprenda a
negociar, entre otros, con los ediles de la oposición para que el
Ayuntamiento pueda funcionar correctamente; la segunda, si no está
dispuesto a ello, que presente una cuestión de confianza aparejada
por ejemplo, con la aprobación de los Presupuestos o la de las
ordenanzas fiscales; o, por último, que dimita y que ceda el testigo
a su teniente de alcalde. Si, por el contrario, sigue insistiendo en
seguir el mismo camino, estará demostrando que sólo sigue por el
sueldo que cobra a fin de mes del Ayuntamiento.
Publicado en la edición de Junio de 2013 de la Crónica de Piloña
Twitter: @josecarrerob