Cuando la clase política, por sus ansias de poder, hace lo que sea, y además hace caso omiso de la Historia, lo normal es que la situación se le acaba escapando de las manos. Exacto, cuando se fomenta la intolerancia hacia el rival, se promueven o se amparan ataques verbales o se organizan o secundan movilizaciones, no contra sus decisiones, sino contra ellos y sus partidarios, etc. lo normal es que acabe degenerando en violencia contra las personas y contra sus bienes. Y la responsabilidad de los dirigentes políticos no estriba en ser los autores materiales de las agresiones, puesto que no lo son, sino en abrir de manera irresponsable la veda y en dar un pésimo ejemplo de intolerancia.
En efecto, si ven que, desde los portavoces autorizados de una formación política importante y de sus terminales mediáticas, que, en lugar de respetar a las personas qué defienden las ideas opuestas, son obsequiadas con constantes ataques verbales e insultos y con peticiones públicas de sanciones con un claro ánimo de evitar que se puedan expresar libremente, lo normal es que los degenerados decidan pasar al siguiente nivel. Es lo que ocurre cuando pervierten el significado real de la democracia, que se debe fundar en el respeto hacia los demás. Sin respeto, aunque se arroguen en exclusividad la condición de demócrata, ninguna democracia puede funcionar correctamente. Aunque conviene precisar que lo único que les importa a estos "demócratas de toda la vida", es mantenerse en el poder o beneficiarse de que los amigos lo ocupen.
De lo que he dicho, seguro que los dirigentes socialistas se sienten aludidos, y hacen bien porque es justo lo que han estado haciendo y más cuando han ocupado los escaños de la oposición en ámbito nacional. Recuérdese que, mientras que ellos pueden hacer lo que les parece cuando gobiernan escudándose en que los ciudadanos les han votado, el Partido Popular, según ellos, no está siquiera legitimado para llevar a cabo su programa electoral, y de ahí que sean capaces de movilizar a sus bases y a sus amigos los sindicatos para protestar contra el Gobierno, incluso utilizando la violencia, ya sea con violencia verbal contra cargos dirigentes, militantes o votantes, o con ataques a las sedes populares. Hasta cierto punto se puede comprender que se pueda insultar al dirigente político, pero es totalmente inadmisible cargar contra los militantes y votantes de un partido, como hiciera Maruja Torres llamando hijos de p. a los votantes del PP o el tonto de los cojones del sinvergüenza del alcalde de Getafe. También recordemos que Caldera, el artista del típex, prefería los huevos a las bombas... En fin, así una serie de ejemplos que todos tenemos en mente y del que cabe colegir que el origen de todo esto, como dije, es que les importa más los cargos, los chollos y prebendas, que ser respetuoso con los que, en resumidas cuentas, pueden moverles del sillón.
Pues reza el título: de estos polvos, vienen los lodos de Murcia e incluso los ataques que las propias sedes socialistas han sufrido recientemente. ¿Acaso pensaban que alimentando el odio no iban a salir ellos también perjudicados? Por eso, en lugar de recriminar al PP de Murcia por pedir la dimisión del Delegado de Gobierno por no atender a las peticiones de aumento de seguridad, podrían rectificar y ayudar a reconducir la situación a unas parámetros democráticamente aceptables.
En efecto, si ven que, desde los portavoces autorizados de una formación política importante y de sus terminales mediáticas, que, en lugar de respetar a las personas qué defienden las ideas opuestas, son obsequiadas con constantes ataques verbales e insultos y con peticiones públicas de sanciones con un claro ánimo de evitar que se puedan expresar libremente, lo normal es que los degenerados decidan pasar al siguiente nivel. Es lo que ocurre cuando pervierten el significado real de la democracia, que se debe fundar en el respeto hacia los demás. Sin respeto, aunque se arroguen en exclusividad la condición de demócrata, ninguna democracia puede funcionar correctamente. Aunque conviene precisar que lo único que les importa a estos "demócratas de toda la vida", es mantenerse en el poder o beneficiarse de que los amigos lo ocupen.
De lo que he dicho, seguro que los dirigentes socialistas se sienten aludidos, y hacen bien porque es justo lo que han estado haciendo y más cuando han ocupado los escaños de la oposición en ámbito nacional. Recuérdese que, mientras que ellos pueden hacer lo que les parece cuando gobiernan escudándose en que los ciudadanos les han votado, el Partido Popular, según ellos, no está siquiera legitimado para llevar a cabo su programa electoral, y de ahí que sean capaces de movilizar a sus bases y a sus amigos los sindicatos para protestar contra el Gobierno, incluso utilizando la violencia, ya sea con violencia verbal contra cargos dirigentes, militantes o votantes, o con ataques a las sedes populares. Hasta cierto punto se puede comprender que se pueda insultar al dirigente político, pero es totalmente inadmisible cargar contra los militantes y votantes de un partido, como hiciera Maruja Torres llamando hijos de p. a los votantes del PP o el tonto de los cojones del sinvergüenza del alcalde de Getafe. También recordemos que Caldera, el artista del típex, prefería los huevos a las bombas... En fin, así una serie de ejemplos que todos tenemos en mente y del que cabe colegir que el origen de todo esto, como dije, es que les importa más los cargos, los chollos y prebendas, que ser respetuoso con los que, en resumidas cuentas, pueden moverles del sillón.
Pues reza el título: de estos polvos, vienen los lodos de Murcia e incluso los ataques que las propias sedes socialistas han sufrido recientemente. ¿Acaso pensaban que alimentando el odio no iban a salir ellos también perjudicados? Por eso, en lugar de recriminar al PP de Murcia por pedir la dimisión del Delegado de Gobierno por no atender a las peticiones de aumento de seguridad, podrían rectificar y ayudar a reconducir la situación a unas parámetros democráticamente aceptables.