Después de dos días sin publicar ninguna entrada, os preguntaréis por qué no lo hice. Y os voy a responder, y si no lo habéis hecho, me da lo mismo. La respuesta es sencilla no me ha apetecido hacerlo. 66 entradas son muchas entradas y hay que descansar un poco, y más cuando estoy engrasando la maquinaria para el pistoletazo judicial que se va a dar el 4 de junio. O eso espero, al menos, en el Real Decreto publicado el sábado eso dice. Y digo eso dice porque de este Gobierno me espero cualquier cosa. Por cierto, ya me han señalado la primera vista suspendida para el 16 de junio.
También os comenté que tenía intención de dedicarle una entrada a Helena Echeverri, estupenda abogada de Madrid, que ha intervenido en casos mediáticos como la Gürtel, y que me pidió que le dedicase una entrada. Ella quería que fuera el domingo, pero, por el motivo que todos sabéis no pudo ser. Y qué mejor manera de hacerlo, aunque sea un jueves, que contando alguna que otra anécdota profesional. ¿Por qué lo hago? Porque ella, por motivos relacionados con el Covid19, estuvo desaparecida de las redes sociales. Y a su vuelta, para superar esos malos momentos decidió compartir en el grupo de Facebook de Abogados Ejercientes sus anécdotas profesionales. Y bueno, ha creado tendencia y otros muchos compañeros han seguido su ejemplo.
Obviamente yo tengo menos anécdotas que contar que ella porque es más veterana que yo, pero alguna tengo. Pero antes he de confesar que acabo de descubrir que el arnés que compré para Uli el 5 de octubre del año pasado es antitirones. Si lo sé, soy de efectos retardados, pero como se dice nunca es tarde cuando la dicha es buena. La cosa es que si me había fijado que tenía como dos anillos resistentes, uno para la parte de arriba y otro para la zona del pecho. No entendía muy bien su función, así que siempre usaba la más obvia. Pero con motivo de que Uli con lo del confinamiento salía a pasear poco tiempo pues, cuando salíamos, empezaba a tirar mucho. Así que decidí utilizar el collar para evitar que tirase tanto, pero el muy burro, al principio no lo hacía tanto pero luego se acostumbró y seguía tirando aunque le doliese, que le dolía y de hecho vomitaba por ese motivo, aunque más que vomitar, que era lo que yo creía, era como si escupiese. Hoy me encontré con Marcial, de la protectora, y le comenté el caso y me dijo que era mejor usar un arnés antitirones. Fui a mirar después en Amazon y vi que, entre las opciones, ponía el que ya adquirí. Y además lo pone con todas las letras.
Ya me podéis dar un premio al gran observador. No digo lo de si es un perro y me muerde porque el perro lo tengo y morder a personas no muerde. A gatos y otros animales si.
Dicho lo cual, ahí va algunas de las anécdotas de mi carrera profesional. Allá por finales de 2013 como Administrador de un edificio estuve peleándome con la compañía de mantenimiento de los ascensores de la Comunidad por el tema de los problemas que generaba hasta que se decidió a cambiar por otra compañía. Luego la táctica de aquella empresa fue demandar a la Comunidad por rescindir el contrato. Exigía algo más de 1.000 € por ello. En principio, la defensa de la Comunidad la iba a llevar Legálitas, que es con quien la nueva mantenedora tenía contratado un convenio de colaboración para este tipo de asuntos. La cosa es que el despacho asignado pretendía cobrar honorarios, cosa que no debía ser por el contrato suscrito entre la Comunidad y la nueva empresa, en la que ellos se comprometían a sufragar los gastos procesales en caso de que hubiera demanda por parte de la anterior empresa. Así que, sobre la bocina prácticamente me puse a trabajar en el caso, ya que lo asumí yo y preparé una demanda reconvencional solicitando la nulidad de cláusulas abusivas un viernes hasta las 2 de la mañana. Se presentó en tiempo y forma y llegó el juicio. Yo decidí no llevar a la Presidenta de la Comunidad porque no lo veía relevante. Pero la parte demandante solicitó el interrogatorio de la parte contraria, es decir de la Presidenta, que no había yo llevado, protesté por ello pero la Juez admitió la prueba y como los que somos abogados sabemos qué implicaciones tiene eso. Así que, cuando salí del juzgado lo hice con un disgusto tremendo. Pero sorpresas da la vida, y al final gané con costas. Y bueno, aunque era un procedimiento en el que, por cuantía inferior a 2.000 €, y por aplicación del art. 32.5 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, no están incluidas los honorarios de abogado y procurador dado que el demandado residía en la misma localidad donde estaba la sede judicial. Pero, mayor sorpresa fue que se ponen en contacto con nosotros el despacho que llevó a empresa demandante para pagarnos las costas. Le dije a mi procuradora calla, calla no digas nada, que no vamos a protestar, que nos paguen los honorarios. Y así hicieron. Y yo pensando que no solo no iba a cobrar nada sino que acabaría pagando de mi bolsillo la indemnización por rescisión del contrato. No es que tuviera que hacerlo, y además estaría el seguro de responsabilidad civil, pero como me sentiría tan mal por la cagada pues acabaría apoquinando yo con ello. Lo que si me sirvió fue para ser mucho más riguroso en todos los casos que he llevado desde entonces y no dar por supuesto ni nada al azar. Puede que salga mal pero no es porque yo no lo haya intentado todo.
Y, por otro lado, donde más aprendes en nuestro mundillo es en el turno de oficio. Lo primero que aprendes es a leer rápido, pero muy rápido y bien. Y además aprender a no agobiarte cuando en una misma guardia casi te dan en un mismo Juzgado seis asuntos a la vez prácticamente, en el que es acabar de asistir a uno, luego a otro y así hasta que finalices el último, y para colmo, entre tanto, tienes otro aviso en el que le dices al Policía que llame a otro abogado porque estoy liado, y es encima tu primera guardia en Oviedo. Y ya cuando acabas, tienes otro aviso y tienes que ir a la Comisaría de Policía a asistir a otros dos. Ese día, en concreto, me tocaron 10 asistencias y todas por la mañana. Así que se puede decir que en el turno de oficio te curtes a base de bien.
Y hasta aquí suficiente por hoy. Hasta la próxima.
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Lleva a ese bicho al monte ya. Estás tardando.
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